El 16 de junio de 1955 se atacaba al pueblo con bombas y balas

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Un día como hoy, hace 66 años, se vivía una de las jornadas más trágicas de la historia argentina, cuando un grupo de militares rebeldes, con el apoyo de sectores políticos y eclesiásticos, bombardeó y ametralló la Plaza de Mayo y sus alrededores, con el objetivo de asesinar al presidente constitucional Juan Domingo Perón y derrocar a su gobierno.

El ataque, que se realizó en pleno mediodía y en pleno centro de Buenos Aires, causó la muerte de más de 300 personas y dejó más de 800 heridos, entre civiles y militares. La mayoría de las víctimas eran trabajadores, estudiantes, mujeres y niños, que transitaban por la zona o que se habían movilizado para defender al gobierno popular.

El bombardeo fue perpetrado por aviones de la Aviación Naval y de la Fuerza Aérea, que lanzaron más de 14 toneladas de explosivos sobre la Casa Rosada, la CGT, el Ministerio de Ejército, el Correo Central y otros edificios públicos y privados. Los aviones también dispararon contra la multitud con ametralladoras, provocando una masacre.

El ataque aéreo fue acompañado por un intento de asalto terrestre, que fue repelido por los granaderos a caballo, los policías y los civiles armados que defendieron la Casa de Gobierno. Perón, que se había refugiado en el Edificio Libertador, logró escapar y dirigirse al pueblo desde un balcón de la Casa Rosada, pidiendo calma y resistencia.

El golpe fracasó y los responsables huyeron o se refugiaron en Uruguay. Sin embargo, tres meses después, otro golpe de Estado logró derrocar a Perón e instaurar una dictadura la denominada Revolución Fusiladora. Los autores del bombardeo quedaron impunes y fueron indultados por el nuevo régimen.

El 16 de junio de 1955 fue un día de horror y de heroísmo, que mostró la violencia y el odio de los enemigos del pueblo, pero también la valentía y la lealtad de los que defendieron la democracia y la soberanía. Su memoria sigue viva y es una fuente de compromiso y de lucha.