Paso a la inmortalidad de Evita
El sábado 26 de julio, el clima era frío y lluvioso cuando se emitió un comunicado a través de la cadena de radiodifusión:
“Cumple la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación el penoso deber de informar al pueblo de la República que a las 20:25 horas ha fallecido la señora Eva Perón, Jefa espiritual de la Nación. Los restos de la señora Eva Perón serán trasladados mañana al Ministerio de Trabajo y Previsión, donde se instalará la capilla ardiente. El cuerpo de Evita fue llevado a la CGT, donde permaneció hasta diciembre de 1955.”

“Yo no quise ni quiero más para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo, y aunque deje jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria.»
El fallecimiento de Eva Perón tuvo un profundo impacto en Argentina y en su pueblo. Su muerte marcó un momento de gran tristeza y duelo para muchos argentinos. Evita se convirtió en un ícono y una figura venerada por su dedicación a los más necesitados y su lucha por la justicia social.
Tras su muerte, se produjo una masiva manifestación de dolor entre sus seguidores. Muchos argentinos se reunieron en las calles para rendirle homenaje y expresar su pesar. El velorio de Evita fue un evento masivo que se extendió por varios días, con miles de personas desfilando frente a su ataúd para despedirse de ella. Su fallecimiento dejó un vacío en la política argentina y en el corazón de su pueblo.

El sufrimiento del pueblo argentino tras la muerte de Eva Perón fue evidente. Su liderazgo y su incansable trabajo en pro de los derechos de los trabajadores y los más necesitados habían creado una conexión profunda con la gente. Su partida dejó una sensación de pérdida y desamparo en aquellos que la veían como una líder comprometida con las causas sociales.
A lo largo de los años, el legado de Eva Perón ha perdurado en Argentina. Su figura sigue siendo objeto de estudio y debate, y su influencia en la política y en la conciencia social del país continúa siendo relevante. Evita dejó una huella imborrable en la historia argentina, y su muerte fue un momento de dolor colectivo para el pueblo que ella tanto amó y defendió.