El derecho al descanso: el origen de las vacaciones pagas en Argentina

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El 23 de enero de 1945 se promulgó en Argentina el decreto 23.852, que estableció por primera vez el derecho de los trabajadores a gozar de un período de vacaciones pagas por año. Esta medida, impulsada por el entonces secretario de Trabajo y Previsión Juan Domingo Perón, fue una de las más trascendentes de la legislación social del primer peronismo, que buscaba mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera.

El contexto histórico

El decreto de las vacaciones pagas se inscribe en un contexto histórico marcado por la Segunda Guerra Mundial, que tuvo un fuerte impacto en la economía y la política de Argentina. Por un lado, el conflicto bélico generó una mayor demanda de productos agropecuarios e industriales por parte de los países beligerantes, lo que favoreció el crecimiento económico y el desarrollo de la industria nacional. Por otro lado, la guerra también provocó una crisis política y social, que se manifestó en el enfrentamiento entre los sectores que apoyaban a los aliados y los que simpatizaban con el Eje, así como en el aumento de las movilizaciones y las huelgas de los trabajadores, que reclamaban mejores salarios y derechos.

El gobierno que asumió el poder en 1943, encabezado por el general Pedro Pablo Ramírez, nombró a Juan Domingo Perón como secretario de Trabajo y Previsión, con el objetivo de contener el descontento social y negociar con los sindicatos. Perón, que provenía del Ejército y tenía una visión nacionalista y social, aprovechó su cargo para impulsar una serie de medidas que beneficiaron a los trabajadores, como el establecimiento del salario mínimo, vital y móvil, la jubilación y la pensión, el aguinaldo, la indemnización por despido, el seguro social, la participación en las ganancias y, finalmente, las vacaciones pagas.

El contenido del decreto

El decreto 23.852, que se publicó en el Boletín Oficial el 23 de enero de 1945, estableció que todo trabajador que hubiera prestado servicios durante un año en una misma empresa tenía derecho a gozar de un período de vacaciones pagas por año, cuya duración variaba según la antigüedad y la categoría del empleado. Así, se fijaron las siguientes escalas:

Para los trabajadores que hubieran cumplido un año de servicios, 10 días hábiles de vacaciones.

Para los que hubieran cumplido dos años de servicios, 15 días hábiles de vacaciones.

Para los que hubieran cumplido tres años de servicios, 20 días hábiles de vacaciones.

Para los que hubieran cumplido cuatro años de servicios, 25 días hábiles de vacaciones.

Para los que hubieran cumplido cinco años de servicios, 30 días hábiles de vacaciones.

Además, el decreto estableció que el salario correspondiente a las vacaciones debía ser abonado por anticipado al trabajador, antes de que iniciara su período de descanso, y que el empleador debía fijar las fechas de las vacaciones de acuerdo con las necesidades del servicio y la conveniencia del trabajador. Asimismo, el decreto dispuso que las vacaciones no podían ser compensadas con dinero ni acumuladas de un año a otro, salvo casos excepcionales.

El impacto social y cultural

El decreto de las vacaciones pagas tuvo un gran impacto social y cultural en la Argentina de mediados del siglo XX, ya que significó el reconocimiento de un derecho que hasta entonces era negado o limitado a la mayoría de los trabajadores. Esta medida, junto con otras del primer peronismo, contribuyó a mejorar el nivel de vida y el poder adquisitivo de la clase obrera, que pudo acceder a bienes y servicios que antes le eran inaccesibles, como la vivienda, la educación, la salud, el transporte, el ocio y el turismo.

De hecho, las vacaciones pagas fueron uno de los factores que impulsaron el desarrollo del turismo social en Argentina, que se caracterizó por la masificación y la democratización de esta actividad, que dejó de ser un privilegio de las elites para convertirse en un derecho de las masas. Así, miles de trabajadores y sus familias pudieron viajar y conocer distintos lugares del país, como la costa atlántica, las sierras de Córdoba, las cataratas del Iguazú, el lago Nahuel Huapi, entre otros. Para facilitar estos viajes, el Estado creó organismos e infraestructuras, como la Dirección Nacional de Turismo, la Empresa Nacional de Transportes, los hoteles sindicales, los campamentos y las colonias de vacaciones.

El legado histórico

El decreto de las vacaciones pagas de 1945 fue una conquista histórica de los trabajadores argentinos, que marcó un hito en la legislación social y laboral del país. Esta medida, que fue resistida y criticada por los sectores empresariales y conservadores, que la consideraban una amenaza para la productividad y la rentabilidad, fue defendida y valorada por los sectores populares y progresistas, que la consideraban un avance para la justicia y la dignidad. A pesar de los cambios políticos y económicos que se sucedieron en las décadas posteriores, el derecho a las vacaciones pagas se mantuvo vigente y se amplió con nuevas normas, como la ley 20.744 de contrato de trabajo de 1974, que estableció un mínimo de 14 días hábiles de vacaciones para todos los trabajadores, y la ley 25.013 de reforma laboral de 1998, que aumentó la duración de las vacaciones según la antigüedad hasta un máximo de 35 días hábiles.

Hoy, a más de 75 años de la promulgación del decreto de las vacaciones pagas, podemos afirmar que esta medida no solo fue un beneficio para los trabajadores, sino también para la sociedad en su conjunto, ya que contribuyó a mejorar la salud, el bienestar, la educación, la cultura y la integración de los argentinos. Por eso, es importante recordar y reivindicar el origen y el sentido de este derecho, que no es un regalo ni una concesión, sino una conquista y una recompensa al esfuerzo y al trabajo.